Cuentos Del Pastor

"Serie de Libros"

# 007 | EL PROBLEMA

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio. Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo.

El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría ese honor.

-«Voy a presentarles un problema. – dijo – Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo». –

Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló:

-«Este es el problema». –

Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor… ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados.

Después de algunos minutos, un alumno se levanto, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el vaso con determinación y lo tiró al suelo.

-«Usted es el nuevo guardián.” – le dijo el gran maestro.

Y luego explicó:

“Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: atacarlos de frente. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo». –

Reflexión

¡Los cristianos somos increíbles!

No actuamos con la misma determinación y firmeza para pecar, que cuando tratamos de terminar con un pecado.

Es más fácil introducirnos en la tentación, que sacarnos de ella.

La mayoría de nosotros vive colocando excusas y dando vuelta alrededor de lo que sabemos a ciencia cierta es el problema; lo cual nos lleva a postergar siempre y dilatar el tiempo en lo errado.

Hay una fascinación que se adueña de nosotros a la hora de ceder a lo malo, y una terca actitud a la hora de volvernos a lo correcto.

Puedo golpear y difamar sin reparo, pero… – “debo esperar y estar seguro” -, -“debo sentirlo y no ser hipócrita” -, a la hora de pedir perdón y reparar el daño.

Sabemos que debemos dar a Dios lo que es de Dios; pero… esperamos, calculamos y hasta preguntamos: ¿es el lugar?, o ¿será correcto el uso que harán del mismo?

Lo mismo nos pasa a la hora de bautizarnos o decidirnos al servicio del ministerio. Si tenemos que predicar, se nos ocurre que: -“no estamos preparados, y que no tenemos el testimonio o la madurez suficiente para respaldar el mensaje”. –

Si tenemos que dar de lo nuestro, divagamos sobre si es que será el tiempo o si es de Dios hacerlo, y si no serán nuestros propios impulsos naturales.

Todo el tiempo ponemos obstáculos y trabas para lo bueno.

Ahora… ¡qué facilidad que tenemos para pecar y hacer lo malo!

Como pastor he escuchado infinidad de razones y excusas.

Tanto para obedecer al Señor, como para dejar el camino equivocado.

Pero les aseguro, que ninguna para caer y ceder al pecado. Para esto último, rara vez he escuchado una lista de convicciones y de principios que le sostengan en santidad.

La batalla espiritual que sostenemos frente a la tentación y al pecado, dura segundos y perdemos. Mientras que la batalla frente al obedecer y rendirnos por completo al Señor, puede durar toda la vida.

¿Lo ha notado? Algo está pasando con nosotros y no funciona bien. ¿Verdad?

¿No deberíamos ceder en segundos a la voluntad de Dios, y luchar toda una vida contra el pecado?

El problema es nuestra falta de carácter y nuestra falta de firmeza para sostener lo que creemos y confesamos.

La lista de héroes de la fe de Hebreos 11 puede darnos sugerentes cambios en este día.

Pedro nos da también su propia receta:

-“Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios”. – (1 Pe. 4.1-2 – RVR 1960)

Ha muerto el antiguo guardián. El templo necesita uno nuevo. ¿Podrán contar con nosotros?

Pastor Rubén Herrera

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# 008 | EL TELEVISOR

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

Mientras oraba antes de acostarse, un niño pidió con devoción:

-«Señor, esta noche te pido algo especial: ¡conviérteme en un televisor! –

-Quisiera ocupar su lugar. Quisiera vivir lo que vive la tele de mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mí y reunir a todos los miembros de la familia a mí alrededor. –

-Ser tomado en serio cuando hablo. Convertirme en el centro de atención y ser aquel al que todos quieren escuchar sin interrumpirlo ni cuestionarlo. –

-Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no funciona. Y tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque este cansado del trabajo. Y que mi mamá me busque cuando esté sola y aburrida, en lugar de ignorarme. –

-Y que mis hermanos se peleen por estar conmigo. Y que pueda divertirlos a todos, aunque a veces no les diga nada. –

-Quisiera vivir la sensación de que lo dejen todo por pasar unos momentos a mi lado. –

-Señor, no te pido mucho… Sólo vivir lo que vive cualquier televisión». –

Reflexión

¿Ha pensado lo que desea el niño? Aquí la lista:

Convertirse en…

Ocupar el lugar de…

Vivir la vida de…

Tener algo especial para mí…

Ser punto de reunión…

Ser tomado en serio…

Ser el centro de atención…

No interrumpido, ni cuestionado…

Con cuidados especiales…

Ser la compañía de…

Que me busquen…

Que pueda divertir…

Que lo dejen todo por mí…

¡Vivir lo que vive un televisor!

¿Qué hay detrás de todas estas peticiones? Quizás entre muchas conclusiones podamos encontrar este punto en común: ¡Lo que soy, parece no ser suficiente! ¡Estoy acabado! He sido derrotado, y llevado a un grado de importancia menor que la de un objeto.

¿Ha observado cómo funciona el mundo hoy? Hay modelos, maneras y formas para todo. Por ejemplo:

– Nos hemos hecho ejemplos de belleza: sin reparar en el grave dolor moral y emocional que sentirá aquel que por natura no responde al estándar; y que en consecuencia sentirá el peso de la culpa y de la discriminación toda la vida.

¿Y cuál es la manera correcta de mirarnos?

“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. – (1 Sam 16. 7 – RVR 1960)

– Nos hemos hecho niveles económicos sociales, y hemos fabricado ricos avaros, arrogantes, fastuosos y presumidos o pobres impotentes, irritables y resentidos. ¿Y qué hizo la primera iglesia?

“Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno”. – (Hch 2.44-45 – RVR 1960)

– Nos hemos hecho de ídolos y grandes personalidades a los que admiramos (incluyendo figuras evangélicas influyentes): sin reparar que han terminado con la identidad, la individualidad, la personalidad y la originalidad de cada uno.

¿Ha hecho Dios un molde para repetir?

“Porque tu formaste mis entrañas; Tu me hiciste en el vientre de mi madre. Bien que en oculto fui formado y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.”  – (Sal 139. 13, 15, 16 – RVR 1960)

Y así podríamos continuar con las cosas que hicimos y nos hacemos, sin estar midiendo las consecuencias. Y por cada una de estas acciones y muchas más hoy padecemos del síndrome de: – “Lo que soy, no es suficiente”. –

¿Es la manera que debemos pensarnos? ¿Ha sido esto acaso la idea del Creador cuando nos diseñó? ¿Es tan poco lo que valemos? ¿Somos hechos en serie?

Propósitos eternos, sueños y riquezas espirituales de lo debemos ser en Dios, se depositan en ataúdes. ¿Por qué? Simplemente porque hemos dejado que el sistema perverso sea quien nos señale y enseñe lo que debemos hacer y ser.

La Palabra nos dice:

-“Sed pues imitadores de Dios como hijos amados. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis participes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor, andad como hijos de luz, comprobando lo que es agradable al Señor.

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. – (Efe 5. 1,6-10, 15-17 – RVR 1960)

Hoy podemos decidir:

Ser copia de televisor… o ¡el hijo irrepetible y único de Su voluntad!

Pastor Rubén Herrera

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# 009 | EL PAQUETE DE GALLETAS

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

Había una vez, una señora que debía viajar en tren.

Cuando la señora llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría aproximadamente una hora.

Un poco fastidiada, se compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central, y se sentó preparada para la espera.

Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.

De pronto, sin decir una sola palabra, el joven estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer.

La señora se molestó un poco; no quería ser grosera, pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella tomó otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.

El diálogo de miradas y sonrisas, continuó entre galleta y galleta.

La señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.

Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó:

– «¡No podrá ser tan caradura!» – mientras miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció la mitad a su compañera de banco.

-¡Gracias! – dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta.

-De nada – contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad.

Entonces el tren anunció su partida.

La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón.

Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó:

– «¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!» –

De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de agua, y se quedó estupefacta; cuando encontró allí intacto su paquete de galletas.

Reflexión

¿Le ha pasado encontrarse en una situación similar?

Tal vez no como esta señora, pero a rigor de verdad experimentamos “el chasco” de los malos entendidos.

Y, ¡Qué prejuiciosos y qué intolerantes que somos! ¿Verdad?

Cada quién viene conformando una anticipada interpretación de la realidad.

Tenemos un concepto formado de esto y aquello.

Somos jueces implacables, defendiendo nuestro punto de vista y nuestra manera de mirar las cosas a como dé lugar, sin considerar otra realidad o la otra verdad.

La verdad verdadera se escapa muchas veces de nuestro presupuesto, y lamentablemente, a veces sólo contamos con una verdad sensorial tamizada por nuestros propios prejuicios.

La pequeña historia que narra el juicio a la mujer adultera, es quizás un buen ejemplo de esa realidad que no vemos. ¿La recuerda? (Juan 8. 1-7)

Los hombres llegaron con un juicio terminado. La sentencia de condena está dada. Sólo buscan la orden, que ejecute sus más perversos planes.

Jesús escribe en tierra. Levanta su vista. Observa el corazón de los hombres, y el pánico de la mujer que ve cernir sobre ella la muerte.

Jesús a venido a cumplir con la Ley, no abrogarla.

Y es el único que puede tirar la piedra. Pero… ¿Qué le detiene? ¿Por qué no hay condena? ¿Qué está mirando que nosotros no vemos?

La misericordia y el perdón, es el manto que ahora cubre la escena.

Misericordia amplia y generosa para todos.

¿De qué manera?: Les preserva de lo peor; los detiene y les impide pecar.

Jesús tomará el juicio y el castigo en sí mismo. El será el Juez ejecutor, sin faltar a la Ley, y a la vez será el ejecutado, cargando con el pecado.

Para la mujer no hay condena, hay perdón y tiempo de reflexión. No hay piedras ni muerte, porque muy pronto habrá una cruz.

La atmosfera hostil se desvanece en la tarde que cae, una gracia infinita trasciende el tiempo, y recrea un manto de piedad sin límites.

Allí está él, no dejando pasar el pecado de la mujer, sino llevándolo a sus espaldas. No hay contradicción, ni equivocación. Hay una mirada del cielo que es más real y verdadera que la realidad.

La cruz no se extenderá hacia delante solamente, también buscará cubrir pecado y pecadores hacia atrás. Buscará redimir a todos, buscará con amor eterno cubrirlo todo.

Volviendo a la escena del andén, uno sólo conoce la verdad verdadera, el muchacho que sonríe.

En la vida, uno sólo conoce la verdad verdadera; el que se atreve a mirar con los ojos del Señor.

Las atmosferas cargadas de condena, sólo apresuran el juicio de lo que todavía puede ser remediado y perdonado.

Necesitamos dejar aparecer la verdad de Dios en lo que vivimos a diario, no nuestros prejuicios; y especialmente cuando se trata de juicios que condenan.

La Gracia, muchas veces queda sin parecer en nuestra prolongación odiosa y ciega de la Ley.

Pablo lo define así:

-“Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.”  – (Rom 8. 1,2 – RVR 1960)

No seamos apresurados, nuestro paquete de galletas está todavía intacto en el bolso.

Pastor Rubén Herrera

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# 010 | EL COLECCIONISTA DE INSULTOS

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

Cerca de Tokio vivía un gran maestro, ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario.

Cierto día, conocido por su total falta de escrúpulos, un muchacho pasó por la casa del viejo.

El joven era famoso por utilizar la técnica de la provocación; esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante.

El joven e impaciente provocador jamás había perdido una batalla. Conociendo la reputación del viejo, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama.

Los estudiantes, que se encontraban presentes, se manifestaron contra la idea pero el anciano aceptó el desafío.

Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo.

Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros.

Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero el viejo permaneció impasible.

Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven se retiró de la plaza.

Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

-¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su boca, aun sabiendo que podría perder, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros? –

El viejo repuso:

-Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿de quién es el regalo? –

-De quien intentó entregarlo – respondió uno de los discípulos.

-Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos. – añadió el maestro. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

Reflexión

Alguien dijo alguna vez, que las palabras no son inocentes; y mayormente se aplica a las palabras de este tiempo.

La murmuración, el desprestigio, la calumnia son parte de los medios y de las redes sociales, esto mantiene el rating y los picos más altos de audiencia.

Cada día sin que nadie lo perciba, un borbotón de sangre salta y una herida mortal será realidad invisible de un corazón deshecho. Otra víctima del perverso, y otro festejo violento alentado desde el mismo infierno.

Este tiempo, como nunca antes en la historia, está signado con celos amargos, egoísmos perversos, y rotos corazones.

¿Debería sorprendernos esta realidad? Pues no.

Lamentablemente deberemos convivir con ella, porque la Escritura lo ha profetizado para este tiempo:

-“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negaran la eficacia de ella; a estos evita.”  – (2 Tim 3. 1-5 – RVR 1960)

¿Y cuál es la receta? ¿Cómo debemos reaccionar?: ¡A estos evita!

Evita a los amadores de sí mismos,

Evita a los avaros,

Evita a los vanagloriosos,

Evita a los soberbios,

Evita a los blasfemos,

Evita a los desobedientes,

Evita a los ingratos,

Evita a los impíos,

Evita a los sin afecto natural,

Evita a los implacables,

Evita a los calumniadores,

Evita a los intemperantes,

Evita a los crueles,

Evita a los aborrecedores de lo bueno,

Evita a los traidores,

Evita a los impetuosos,

Evita a los infatuados,

Evita a los amadores de los deleites.

Evita a aquellos que con provocación o astuta llegada, quieren conocer tus puntos vulnerables para destruirte. Evita ser lastimado. Evita ser la próxima víctima. Evita que terminen con tu reputación.

Cuando te agredan y traten de hacerte sentir mal; tú decides cómo sentirte al recibirlo o evitarlo.

¡No recibas el “regalo”!

Pastor Rubén Herrera

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# 011 | EL LLAMADO

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

Un anciano llama a su hijo en Nueva York y le dice:

-“Odio arruinar estos días festivos, pero tengo que decirte que tu madre y yo nos estamos divorciando, 45 años de matrimonio, y tanta miseria ya es suficiente!” –
– “Papá, ¿qué estás diciendo?” – grita el hijo.

– “No podemos seguir juntos, la convivencia se ha vuelto insoportable.” explicó el viejo padre. «Estamos hartos el uno del otro» –

– “¿Por qué papá?, ¡Si estaban de maravilla la última vez que fui a visitarlos!» – 

– “Hijo, ¡ya estoy harto de hablar de esto y es caro hacerlo por teléfono!, por favor avísale de esto a tu hermana a Hong Kong.” –

Frenético, el hijo llama a su hermana, y ésta al enterarse explota en el teléfono.

-“¿Cómo diablos se están divorciando? ¡Yo me encargo de esto!” – grita ella.

Llama a su anciano padre de inmediato, y le grita:

-«¡No se divorcien aún. No hagan una sola cosa hasta que yo llegue! Voy a llamar a mi hermano de vuelta y los dos estaremos allí mañana. Hasta entonces, no hagan nada, ¿me oyes?» – gritó mientras colgaba el teléfono.

El anciano cuelga el teléfono y se dirige a su esposa.

-«Lo logramos Amor, nuestros hijos estarán aquí en Navidad y se pagarán ellos el pasaje. Te amo». 

Reflexión

Hace poco escribí a una de mis amigas más queridas:

– “Cuida tus afectos, el llorar luego y lamentarse no les hacen regresar a tu lado”. –

Todo parece estar en su lugar, todo parece que va a estar allí siempre; y de pronto se desvanecen, se van, y no vuelven.

Nos abrazamos a los recuerdos pensando que serán suficientes, pero al poco tiempo descubrimos tristemente que no sirven para reemplazarlos de ninguna manera.

Lo que parece cosa de no preocuparse, es lo que más debemos atender; las pérdidas y especialmente de los afectos son siempre las más dolorosas e irreparables.

Cuando hablamos de relaciones, en nuestro imaginario las pensamos estáticas e inalterables; pero ellas están en continuo movimiento. Y el tiempo es el factor que más nos juega en contra.

Nadie piensa que mamá y papá se irán algún día. Nadie piensa que los hijos crecerán y tomaran lejos sus propios caminos. Nadie piensa que el afecto de nuestra pareja puede cambiar; Y bajo estos presupuestos nos manejamos con una tozuda indiferencia.

¿Cuánto valen nuestros afectos? Si lo supiera la hija, estaría abrazando a su anciana madre. Si lo supiera el hijo, invertiría tiempo de charlas con su viejo padre. Si lo supiera él, continuaría el galanteo el resto de la vida. Si lo supiera ella, no detendría su enamoramiento.

Lamentablemente somos los que aprendemos por las pérdidas. ¡Y acaso un simple susto o alguna pesadilla nocturna algún día, nos haga despertar de este letargo!

Si el amor por el otro se transformó en mandamiento, es porque es una de esas cosas que no nos nacen por propia natura.

Curiosamente, también nuestra inclinación pecaminosa nos lleva a amar lo que no es verdadero. Amamos y valoramos las cosas, por encima de las relaciones personales.

Juan nos advierte:

– “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.”  – (1 Jn 1. 15 – RVR 1960)

– “El que ama menos a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos”. – (1 Jn. 1. 11 – RVR 1960)

Este es un tiempo de peligrosa insensibilidad. Jesús dijo:

“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.”  – (Mt 24.12 – RVR 1960)

El teléfono suena, y un mensaje llega. ¿Pondremos las prioridades en su lugar?

Pastor Rubén Herrera

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# 012 | EL HIJO DEL PILOTO

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

Un niño abordó un avión para viajar a Nueva York; llamando la atención de todos, subió al avión con boleto en mano, buscó su asiento y se sentó al lado mío.

Se veía un niño educado, seguro e inteligente.

Me miró, sonrió, sacó un libro y comenzó a dibujar, pintar y colorear.

A pesar de su corta edad, acaso unos 8 años, no presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión.

El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. De momento una sacudida fuerte, y todos muy nerviosos; pero el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento ¿Cómo lo hacía?, ¿Por qué su calma?

En esa incomprensible situación, una frenética mujer le preguntó:

– Niño: ¿no tienes miedo? –

-«No señora” – contestó el niño y mirando su libro de pintar concluyó:

-”Mi papá es el piloto.” –

Reflexión

He visto repetirse una y otra vez ambas experiencias:

La de una confianza absoluta, y la de una desesperación irrazonable.

Y he comprendido la raíz de una y otra manifestación: tener presente, o ignorar Quién tiene el control de las cosas.

Los cristianos a menudo no somos conscientes del Señor y Dios que hemos recibido.

No somos conscientes de la Presencia de Él, prometida para cada paso de nuestras vidas.

El dijo: –“He aquí estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” – pero para muchos, esta frase parece ser simplemente una figura poética manifestando un buen deseo de Jesús.

Nuestras vidas se parecen a las de un caminante solitario, que de vez en cuando encuentra cierta orientación; y que, cuando hace norte retoma de nuevo el rumbo, el destino, y el propósito fijado

Vivimos de toques breves y esporádicos.

Nos mal enseñaron a buscar la Presencia a través de “una sensación” en el culto, y no la amorosa compañía del siempre presente Dios.

A lo largo del camino, nos vamos a encontrar con sucesos que nos sacudirán como en una turbulencia. Habrá momentos, en los que no veremos el terreno sólido y nuestros pies no pisarán lugar seguro. No veremos dónde sostenernos, y estaremos inseguros.

En esos tiempos hay que recordar que nuestro PADRE DIOS es el piloto; y, que a pesar de las circunstancias, nuestras vidas están cuidadas por el Creador de la vida.

David no buscaba una ocasional y sobrenatural manifestación de Dios, sino encontrarse con la Persona de Dios. El dijo lo siguiente:

-“Busque a Jehová, y Él me oyó, y me libro de todos mis temores. Los que miraron a Él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias. Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en Él”. – (Sal 34. 4-6, 8 – RVR 1960)

Así que, la próxima vez que llegue una tormenta a tu vida, o si en este momento estás pasando por una, alza tu mirada al cielo, CONFÍA, y di para ti mismo/a: – ¡Soy hijo/a del Piloto! –

Pastor Rubén Herrera

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# 013 | AHORA QUE YA MORÍ

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

¿Qué sucede? no entiendo, solo sentí un dolor fuerte en la cabeza, mareos y ahora estoy tan confundido.

¿Qué pasa? ¿Por qué mi esposa corre y llora?
Dicen que morí, ¡pero no! estoy aquí, aunque ellos no me ven y no puedo abrazarlos.

Ahora están trasladando a alguien en una carroza fúnebre, ¿soy yo mismo? ¡qué extraño!

Veo a mi familia con gran dolor, todos lloran.

Yo ya no siento dolor ni tristeza; es como ser un simple espectador.

Pasaron dos días, mi familia regresa a casa sin mí. Les dejé un gran vacío.

Ya alguien ocupa mi puesto de trabajo y todo vuelve a ser como antes, corren, atienden llamadas, hacen pagos, envían documentos, firman planillas; en fin, es como si nunca hubiese faltado. ¡Qué bien! algunos compañeros se acuerdan de mi a ratos, y lamentan que ya no este.

Sin embargo en mi familia, el vacío persiste.

Mi esposa llora, está confundida, no sabe cómo hacer sin mí.

Mi hijo pequeño pregunta: – ¿Dónde está papá? y mi esposa le dice que estoy en el cielo.

Mi hija mayor acaba de comprender dolorosamente lo que es la muerte; no deja de llorar, no quiere ir a clases, no se puede concentrar, y tampoco come.

Mi perro se paró en la puerta y de ahí no hay quien lo saque, come, bebe agua y regresa a su puesto de espera. –

Pasa el tiempo…

– Hoy mi hijo cumple cuatro años y yo no estoy.

Él se aferra a su mamá, se ha vuelto tímido y retraído, no hay una figura paterna para él, ya papá no esta…

Mi hija ya de 11 años casi no habla, a veces su mama la encuentra llorando, bajo mucho las notas y no muestra interés por nada.

Mi querida esposa, con la carga sobre sus hombros; con toda la responsabilidad de dos hijos pequeños, tiene que sonreír a los niños para darles fortaleza.

Ya pasaron siete años y todo sigue igual, en casa el vacío, la tristeza.

En la empresa donde trabajaba ya nadie me nombra, y todo sigue igual sobre la marcha.

¿Sabes que dijo el forense? Que morí por stress. En mi cerebro se reventó una vena; hubo una subida de tensión cuando me llamaron de mi trabajo, y me dijeron que de los 10 camiones que solicite sólo llegaron 7. Y todo acabo…

Tarde me doy cuenta que para la empresa que trabajaba era uno más, completamente reemplazable; pero que para mi familia era único e insustituible. –

Reflexión

Donde más importantes e irremplazables seremos, es en el corazón de los que nos aman. Y esto incluye a Dios y a los nuestros.

¿Por qué será que tardamos tanto en comprenderlo?

Soportamos y nos esforzamos por ser únicos en los terrenos dónde sólo seremos fácilmente reemplazados y olvidados. Finalmente la soledad llegará para decirnos que no supimos guardar, ni valorar nuestro mayor tesoro: los corazones de quienes sin un mezquino interés decidían amarnos.

Damos por sentado que está todo entendido. Que nuestro amor es comprendido por el esfuerzo que realizamos, y dejamos de lado el contacto, el abrazo y el beso que retribuye y satisface.

¡Cuánto valemos para nuestros seres queridos! ¡Y qué poca importancia le damos! ¿Cuándo podremos capturar sensiblemente esos momentos de entrega amorosa? ¿Cuándo nos daremos ese regalo?

Parece que el amor se ha trasformado en cursi y anticuado. Parece que este vital componente de la vida humana se está apagando.

Hoy decimos amar a Dios más que todas las cosas. Lloramos y nos compungimos de corazón en el Altar; pero también dejamos a nuestra familia sin una sola muestra de cariño. ¡Algo funciona mal!

Recordemos lo siguiente:

Cuando Él quiso muestras de amor de nosotros, contempló nuestros afectos:

“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mi.” –  (Mt. 10 37 – RVR 1960) ¿Significa que a Él le preocupaba que amemos a los nuestros? ¡En ninguna manera! A Él le preocupaba que hagamos una idolatría de nuestros afectos.

Amar y hacerles justicia a los nuestros es una manifestación de hijos de Dios:

-“En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros”. – (1 Jn 3. 10, 11 – RVR 1960)

Ahora que no morimos, estamos a tiempo de saberlo.

Pastor Rubén Herrera

# 014 | EL PÁJARO DE LA INDIA

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

Un mercader tenía un pájaro en una jaula.

Como viajaba a la India, que era la tierra de donde provenía el pájaro, le preguntó si había algo que le pudiese traer de allá.

El pájaro quería su libertad, pero como el mer­cader se la negó, le pidió que visitara la jungla y que anunciase a los pájaros libres que él estaba cautivo.

El mercader así lo hizo. En cuanto terminó de hablar a todos, un pájaro silvestre -idéntico al que tenía- cayó desde un árbol, sin sentido.

El mercader pensó que debía ser un pariente de su propio pájaro y se entristeció al pensar que él había sido la causa de su muerte.

Cuando regresó a su hogar, el pájaro le preguntó si traía buenas noticias de la India.
– «No«– dijo el mercader,

Temo que mis noticias sean malas. Uno de tus parientes cayó muerto a mis pies tan pronto como anuncié tu cautiverio«. –

En cuanto oyó estas palabras, el pájaro del mercader se desplomó como muerto.

La noticia de la muerte de su pariente lo ha matado«- pensó el mercader.

Con mucha pena recogió al pájaro y lo puso sobre el borde de la ventana.

Inmediatamente el pájaro revivió, y voló hacia un árbol cercano.

-“Ahora ya sabes» – dijo muy feliz el pájaro

-“Lo que considerabas una desgracia, en realidad eran para mí buenas noticias. El mensaje sugería la for­ma de actuar para librarme, y me fue trasmitido por tu intermedio«. –

Reflexión

He tenido la oportunidad, ya sea por experiencia propia o ajena, de ver esta situación una y otra vez: ¡Lo que se muestra como una mala idea, o mala noticia resulta en la mejor de todas!

El momento se torna tenso. Deseamos que nunca hubiera existido, deseamos no estar, y oramos que termine en un instante. Y de pronto, surge una respuesta tan inesperada, como sorprendente.

Lo que consideramos inapropiado, incomodo, e inoportuno se transforma en una tremenda bendición.

Un marido intolerante y cruel. Que ha hablado por años pestes de la Iglesia y del líder, se encuentra sentado plácidamente viendo su programa favorito de televisión. De pronto, la ocurrencia más “inapropiada”: el pastor y un grupo de hombres vienen a visitarle. La mujer se muestra muy incómoda, los niños desparecen de la escena. Todo avizora un final completamente trágico.

Pero, levantándose de su silla, el marido sonríe feliz recibiendo a la comitiva con gran interés.

¡Qué gusto tenerlos en mi casa! ¡Hace mucho tiempo que esperaba su visita! – exclama para la sorpresa de su mujer y de todos. Esa tarde todo cambió para la familia.

Y pregunto: ¿Cuántas escenas de estas con falsa presunción y miedo hemos paralizado? ¿Cuántos preconceptos han demorado y demoran bendiciones familiares? ¡Que todavía no es el momento! ¡Que ya llegará el tiempo de su salvación! ¡Que por ahora no! ¡Que Dios nos mostrará cuando!… etc., etc.

Nos hemos llenado de miedo y de pensamientos mentirosos, hasta sentir culpa. Como si lo que tenemos en Cristo, fuera algo malo por comunicar.

El mensaje de la Cruz es un mensaje de muerte, pero muerte a una vida de pecado y a la manera perdida de vivir. El mensaje de la cruz es libertad, salvación y vida eterna; y sobre todo una vida que hace al hombre y a la mujer caminar junto a su Creador.

Sin duda que no todos los finales serán como el relatado. Pero no somos dueños del desenlace, sino del mensaje que debe llegar a cada corazón necesitado. ¡No callemos bajo la presunción de lo “no conveniente”!

-“Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” – (1.Co. 2. 23,24 – RVR 1960)

Cuando nos encontremos con los cautivos, recordemos que lo que para nosotros puede parecer un mensaje repetido, incómodo, religioso, o de muerte; para los llamados es el camino a la libertad.

Pastor Rubén Herrera

# 015 | LA BOLSA DE CARBÓN

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

Un día, Pablito entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto.

Su padre lo llamó y Pablito lo siguió, diciendo en forma irritada:

– Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Carlitos no debió hacer lo que hizo conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de matarlo!…-

Su padre, un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo quien continuaba diciendo:

– Imagínate que el estúpido de Carlitos me humilló frente a mis amigos. ¡No acepto eso! Me gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir más a la escuela. –

El padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, de donde tomó una bolsa llena de carbón, la cual llevó hasta el final del jardín y le propuso:
– ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Carlitos y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en la bolsa, hasta el último pedazo. Después yo regreso para ver como quedó. –

El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones pero como el tendedero estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa.

Cuando el padre regresó, le preguntó:

– Hijo, ¿qué tal te sientes? –

– Cansado, pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa. –

El padre tomó al niño de la mano y le dijo:

– Ven conmigo quiero mostrarte algo. –

Lo colocó frente a un espejo que le permitió ver todo su cuerpo…

¡Qué susto! Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el padre dijo:

– Hijo, como puedes observar la camisa quedó un poco sucia pero no es comparable a lo sucio que quedaste tú. –

Reflexión

¿Cuántos de nosotros en procura de satisfacer nuestra justicia personal, no reparamos en nuestra exposición de carácter?

¡Mientras esperamos ver cumplida nuestra venganza, no nos damos por enterados que los demás ven nuestras vilezas!

¡Tan descuidados que somos con la Ley de la siembra y la cosecha!

¡Cuántas misericordias deberían traducirse en buenas cosas para los demás!

¡Pero no! ¡Siempre deseamos ver el resultado de nuestra venganza plasmado en el agresor!

Recordemos que el mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Cuando ensuciemos la vida de alguien, los residuos y la suciedad siempre quedará en nosotros mismos.

El Señor de manera positiva también definió este concepto:

-“Así que, las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”. – (Mt. 7.12 – RVR 1960)

Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en palabras.

Ten mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en acciones.

Ten mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos.

Ten mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter. 

Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá tu destino.

La próxima vez pensemos… Manipular carbón, ¡nos ensuciará inevitablemente!

Pastor Rubén Herrera

# 016 | ÁNGELES

Cuentos del Pastor 01 Feb 18 0

Cuenta una antigua leyenda que un niño, próximo a nacer, le dijo a Dios:
-Me vas a enviar mañana a la tierra. Pero ¿cómo viviré allá, siendo tan pequeño, indefenso y débil? –

Entre los muchos ángeles escogí a dos que te esperan con amor y felicidad. – contestó Dios.

-Pero aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, y eso basta para mi felicidad. ¿Por qué hacerlo allá? – repuso el niño.

Ellos te cantaran y sonreirán todos los días, y te sentirás muy feliz con sus canciones y sonrisas. –

-¿Y cómo entenderé cuando me hablen, si no conozco el extraño idioma de los hombres? –

Ellos te hablarán y te enseñarán las palabras más dulces y más tiernas que escuchan los seres humanos. –

-¿Qué haré cuando quiera hablar contigo? –

Ellos juntarán tus pequeñas manos y te enseñarán a orar. –

-He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá? –

Ellos te defenderán aunque les cueste la vida misma. –

-Pero estaré siempre triste porque no te veré más, Señor. Sin verte me sentiré muy sólo y desorientado. –

-Ellos te hablarán de Mí y te mostrarán el camino para volver a mi Presencia. – le dijo Dios.

En ese instante, en la inmensa paz que reina en el cielo y el infinito universo, no se oían voces terrestres.

-El niño suavemente preguntó: ¿Me dices sus nombres Señor?

Dios le contesto: -Ellos se llaman PAPÁ y MAMÁ. –

Reflexión

Muchas veces en las consideraciones habituales que hacemos de la vida, olvidamos que somos los encargados de administrarla. Y administrar especialmente los destinos de almas que sólo dependen de nosotros.

Los pequeños que hoy están llegando al mundo no son producto de una cadena evolutiva, de descuidos, o de acciones pecaminosas descontroladas.

Sin justificar los errores y actos rebeldes de nosotros los humanos; debemos recordar que por encima de ellos prima la voluntad de Dios: el Dador de la Vida.

La mirada adulta de las cosas y la percepción espiritual propia de los padres, serán piezas fundamentales para que el recién nacido se relacione con el mundo real: el que vemos y el que no vemos.

Llegara el momento donde la voluntad individual hará su propia elección. Pero en el entretanto, nuestra parte es muy importante, fundamental, y necesaria.

-“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,

lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”. – (1 Co. 2. 12,13 – RVR 1960)

¿Somos portadores de la Verdad? ¡Sí! Pero también los comunicadores de ella.

El mundo y especialmente los que no han elegido todavía -grandes y pequeños-  dependen de nosotros.

“Y sin duda alguna el menor es bendecido por el mayor” – (He. 7.7 – RVR 1960)

Alguien más está llegando hoy a nuestro escenario, démosle responsablemente el cuidado asignado.

Pastor Rubén Herrera