# 001 | LA CASA IMPERFECTA

"Cuentos del Pastor", by: - 1 febrero, 2018

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Un maestro de construcción, ya entrado en años, estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación.

Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera.

El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más.

El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía.

Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera.

Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal.

«Esta es tu casa, querido amigo. -dijo- «¡Es mi regalo para ti!» –

Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido!

Reflexión

La mayoría de nosotros construimos nuestra morada eterna de manera distraída.  No ponemos en ella lo mejor de nosotros. Muchas veces, ni siquiera hacemos nuestro mejor esfuerzo en el trabajo para el Señor.

Pero un día, veremos la situación que hemos creado, y descubriremos que estamos viviendo en la casa que hemos construido.  Sí lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.

Sería interesante conseguir actuar como si estuviésemos «construyendo nuestra casa».

Te has preguntado: – ¿qué valor tienen en la eternidad, aquello por lo que tanto te esfuerzas: casa, automóvil, empresa, renombre, títulos y logros personales? –

A rigor de la verdad, para muchos, estas cosas no son otra que la forma visible con la que presumimos delante de los demás. La manera que les decimos:

-¡Esto es lo que soy! ¡Esto es lo que logré! ¡Admírame! ¡Envídiame! ¡Soy un elegido para vivir de lo mejor en esta vida! –

Y no estoy desvalorando aquellas cosas… Si estoy diciendo, que estás cosas no significan nada en la eternidad.

Hoy existe una fuerte tendencia a menospreciar la eternidad, y resaltar la importancia del hoy y del ahora.

El famoso dicho – “comamos y bebamos porque mañana moriremos” -se ha instalado hasta en los escogidos.

Sería bueno releer lo que el Apóstol aconseja y repensar nuestras prioridades:

-“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien el mismo será salvo, aunque así como por fuego. – (1 Co 3.11 al 15 – RVR 1960)

Pastor Rubén Herrera

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