# 009 | EL PAQUETE DE GALLETAS

"Cuentos del Pastor", by: - 1 febrero, 2018

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Había una vez, una señora que debía viajar en tren.

Cuando la señora llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría aproximadamente una hora.

Un poco fastidiada, se compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central, y se sentó preparada para la espera.

Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.

De pronto, sin decir una sola palabra, el joven estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer.

La señora se molestó un poco; no quería ser grosera, pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella tomó otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.

El diálogo de miradas y sonrisas, continuó entre galleta y galleta.

La señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.

Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó:

– «¡No podrá ser tan caradura!» – mientras miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció la mitad a su compañera de banco.

-¡Gracias! – dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta.

-De nada – contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad.

Entonces el tren anunció su partida.

La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón.

Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó:

– «¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!» –

De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de agua, y se quedó estupefacta; cuando encontró allí intacto su paquete de galletas.

Reflexión

¿Le ha pasado encontrarse en una situación similar?

Tal vez no como esta señora, pero a rigor de verdad experimentamos “el chasco” de los malos entendidos.

Y, ¡Qué prejuiciosos y qué intolerantes que somos! ¿Verdad?

Cada quién viene conformando una anticipada interpretación de la realidad.

Tenemos un concepto formado de esto y aquello.

Somos jueces implacables, defendiendo nuestro punto de vista y nuestra manera de mirar las cosas a como dé lugar, sin considerar otra realidad o la otra verdad.

La verdad verdadera se escapa muchas veces de nuestro presupuesto, y lamentablemente, a veces sólo contamos con una verdad sensorial tamizada por nuestros propios prejuicios.

La pequeña historia que narra el juicio a la mujer adultera, es quizás un buen ejemplo de esa realidad que no vemos. ¿La recuerda? (Juan 8. 1-7)

Los hombres llegaron con un juicio terminado. La sentencia de condena está dada. Sólo buscan la orden, que ejecute sus más perversos planes.

Jesús escribe en tierra. Levanta su vista. Observa el corazón de los hombres, y el pánico de la mujer que ve cernir sobre ella la muerte.

Jesús a venido a cumplir con la Ley, no abrogarla.

Y es el único que puede tirar la piedra. Pero… ¿Qué le detiene? ¿Por qué no hay condena? ¿Qué está mirando que nosotros no vemos?

La misericordia y el perdón, es el manto que ahora cubre la escena.

Misericordia amplia y generosa para todos.

¿De qué manera?: Les preserva de lo peor; los detiene y les impide pecar.

Jesús tomará el juicio y el castigo en sí mismo. El será el Juez ejecutor, sin faltar a la Ley, y a la vez será el ejecutado, cargando con el pecado.

Para la mujer no hay condena, hay perdón y tiempo de reflexión. No hay piedras ni muerte, porque muy pronto habrá una cruz.

La atmosfera hostil se desvanece en la tarde que cae, una gracia infinita trasciende el tiempo, y recrea un manto de piedad sin límites.

Allí está él, no dejando pasar el pecado de la mujer, sino llevándolo a sus espaldas. No hay contradicción, ni equivocación. Hay una mirada del cielo que es más real y verdadera que la realidad.

La cruz no se extenderá hacia delante solamente, también buscará cubrir pecado y pecadores hacia atrás. Buscará redimir a todos, buscará con amor eterno cubrirlo todo.

Volviendo a la escena del andén, uno sólo conoce la verdad verdadera, el muchacho que sonríe.

En la vida, uno sólo conoce la verdad verdadera; el que se atreve a mirar con los ojos del Señor.

Las atmosferas cargadas de condena, sólo apresuran el juicio de lo que todavía puede ser remediado y perdonado.

Necesitamos dejar aparecer la verdad de Dios en lo que vivimos a diario, no nuestros prejuicios; y especialmente cuando se trata de juicios que condenan.

La Gracia, muchas veces queda sin parecer en nuestra prolongación odiosa y ciega de la Ley.

Pablo lo define así:

-“Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.”  – (Rom 8. 1,2 – RVR 1960)

No seamos apresurados, nuestro paquete de galletas está todavía intacto en el bolso.

Pastor Rubén Herrera

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