# 008 | EL TELEVISOR

"Cuentos del Pastor", by: - 1 febrero, 2018

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Mientras oraba antes de acostarse, un niño pidió con devoción:

-«Señor, esta noche te pido algo especial: ¡conviérteme en un televisor! –

-Quisiera ocupar su lugar. Quisiera vivir lo que vive la tele de mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mí y reunir a todos los miembros de la familia a mí alrededor. –

-Ser tomado en serio cuando hablo. Convertirme en el centro de atención y ser aquel al que todos quieren escuchar sin interrumpirlo ni cuestionarlo. –

-Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no funciona. Y tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque este cansado del trabajo. Y que mi mamá me busque cuando esté sola y aburrida, en lugar de ignorarme. –

-Y que mis hermanos se peleen por estar conmigo. Y que pueda divertirlos a todos, aunque a veces no les diga nada. –

-Quisiera vivir la sensación de que lo dejen todo por pasar unos momentos a mi lado. –

-Señor, no te pido mucho… Sólo vivir lo que vive cualquier televisión». –

Reflexión

¿Ha pensado lo que desea el niño? Aquí la lista:

Convertirse en…

Ocupar el lugar de…

Vivir la vida de…

Tener algo especial para mí…

Ser punto de reunión…

Ser tomado en serio…

Ser el centro de atención…

No interrumpido, ni cuestionado…

Con cuidados especiales…

Ser la compañía de…

Que me busquen…

Que pueda divertir…

Que lo dejen todo por mí…

¡Vivir lo que vive un televisor!

¿Qué hay detrás de todas estas peticiones? Quizás entre muchas conclusiones podamos encontrar este punto en común: ¡Lo que soy, parece no ser suficiente! ¡Estoy acabado! He sido derrotado, y llevado a un grado de importancia menor que la de un objeto.

¿Ha observado cómo funciona el mundo hoy? Hay modelos, maneras y formas para todo. Por ejemplo:

– Nos hemos hecho ejemplos de belleza: sin reparar en el grave dolor moral y emocional que sentirá aquel que por natura no responde al estándar; y que en consecuencia sentirá el peso de la culpa y de la discriminación toda la vida.

¿Y cuál es la manera correcta de mirarnos?

“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. – (1 Sam 16. 7 – RVR 1960)

– Nos hemos hecho niveles económicos sociales, y hemos fabricado ricos avaros, arrogantes, fastuosos y presumidos o pobres impotentes, irritables y resentidos. ¿Y qué hizo la primera iglesia?

“Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno”. – (Hch 2.44-45 – RVR 1960)

– Nos hemos hecho de ídolos y grandes personalidades a los que admiramos (incluyendo figuras evangélicas influyentes): sin reparar que han terminado con la identidad, la individualidad, la personalidad y la originalidad de cada uno.

¿Ha hecho Dios un molde para repetir?

“Porque tu formaste mis entrañas; Tu me hiciste en el vientre de mi madre. Bien que en oculto fui formado y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.”  – (Sal 139. 13, 15, 16 – RVR 1960)

Y así podríamos continuar con las cosas que hicimos y nos hacemos, sin estar midiendo las consecuencias. Y por cada una de estas acciones y muchas más hoy padecemos del síndrome de: – “Lo que soy, no es suficiente”. –

¿Es la manera que debemos pensarnos? ¿Ha sido esto acaso la idea del Creador cuando nos diseñó? ¿Es tan poco lo que valemos? ¿Somos hechos en serie?

Propósitos eternos, sueños y riquezas espirituales de lo debemos ser en Dios, se depositan en ataúdes. ¿Por qué? Simplemente porque hemos dejado que el sistema perverso sea quien nos señale y enseñe lo que debemos hacer y ser.

La Palabra nos dice:

-“Sed pues imitadores de Dios como hijos amados. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis participes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor, andad como hijos de luz, comprobando lo que es agradable al Señor.

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. – (Efe 5. 1,6-10, 15-17 – RVR 1960)

Hoy podemos decidir:

Ser copia de televisor… o ¡el hijo irrepetible y único de Su voluntad!

Pastor Rubén Herrera

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