# 021 | EL VERDADERO AMOR

"Cuentos del Pastor", by: - 1 febrero, 2018

Details

Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio.
Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas, y que es preferible acabar con la relación cuando este se apaga en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató lo siguiente:

Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el hospital… Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas.
El pidió a mi hermano teólogo que le dijera dónde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturó cómo y dónde estaría ella.  Mi padre escuchaba con gran atención.  De pronto pidió:

«¡Llévenme al cementerio!». –

-¡Papá! – respondimos todos

-¡Son las 11 de la noche, no podemos ir al cementerio ahora! –
Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo:

“¡No discutan conmigo por favor! ¡No discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años!”. –

Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más.

Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna llegamos a la lápida.

Mi padre la acarició, lloró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos:

-«Fueron 55 buenos años ¿saben? Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así». –

Hizo una pausa y se limpió la cara.

-«Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis, cambios de empleo… hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad… compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos… oramos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores. –

-Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, y ¿saben por qué? Porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida.  Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera…» –

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló:

«Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día». –

Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, más bien se vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente comprometidas.

Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle. Ese tipo de amor era algo que no conocían.

Reflexión

¿Ha notado las palabras de este hombre tras su pérdida?

-«Ella y yo estuvimos juntos… hicimos el equipaje… vendimos la casa… nos mudamos… compartimos la alegría… lloramos uno al lado del otro… oramos… nos apoyamos en el dolor… nos abrazamos… y perdonamos nuestros errores…-

El común denominador es “nosotros”.

Cuando el lenguaje que empleamos es en plural, cuando las individualidades se desdibujan es porque nos pensamos uno parte del otro, y no uno aparte del otro. Y eso es amor. Amar es cuando somos capaces de orar deseando ocupar el lugar del sufrimiento ajeno.

A menudo encuentro soledad, vacío y abandono, en los sentimientos y en las decisiones de muchos cristianos. Presos de una ignorancia que les esclaviza y tortura, se piensan solos y a la deriva.

Pero el Dios que recibimos vino para quedarse y estar. El dijo:

-“El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. – (Juan 14.23 –RVR 1960)

¿Cuántas veces oímos que tenemos una “relación” y no una “religión”? Y parece esta una buena, inteligente y elegante respuesta que nos diferencia; pero ¿cuántos la vivimos?

Mal hemos aprendido a vivir nuestra relación con el Señor. A la manera de los impíos en sus relaciones sentimentales, tenemos pura pasión, excitación y entrega ocasional; en vez de madurez, compañerismo, compañía, cotidianeidad y contacto permanente.

Claro está, que en el verdadero amor y sin intereses mezquinos sólo podremos ofrecer entrega; y quizás esta sea la razón por la que hoy nuestro cristianismo deja mucho que desear.

Pastor Rubén Herrera

Tags

Historial de Comentarios (0)

Ingresar Comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *